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El filósofo que cuestionó el darwinismo

Enguardia

Thomas Nagel
Thomas Nagel

Recientemente se ha publicado un libro que ha hecho tambalear a la comunidad científica. Se trata de Mind and Cosmos: Why the Materialist Neo-Darwinian Conception of Nature is Almost Certainly False (Mente y cosmos: Porqué el concepto neodarwinista de la naturaleza es casi por completo falso). Thomas Negel argumenta en su libro que la biología evolucionista no es capaz de explicar la existencia de la mente y la conciencia; además Negel tira por los suelos la teoría reduccionista del surgimiento de la vida; es decir, como la vida surgió a través de una evolución muy lenta a partir de materia inerte:

«A primera vista es muy improbable que la vida tal como conocemos sea el resultado de una secuencia de accidentes físicos ligados con el mecanismo de la selección natural.»

El libro de Negel probablemente hubiera tenido poca repercusión si se tratara de un escritor creacionista o de DI (Diseño Inteligente) –estos son en la mayoría de los casos ignorados por completo por la comunidad cientifíca–, pero el hecho que Negel se considere ateo y sea uno de los filósofos más respetados del mundo ha hecho saltar las chispas a no pocos científicos. Algunos de estos los han acusado de haberse cruzado al lado oscuro del creacionismo; sin embargo Negel deja claro—como buen ateo—que su «teoría» no tiene nada que ver con éste; más bien lo deja por los suelos: la lógica de sus argumentos no es Dios. Aunque, hay que decir, Negel no es tan sebero con los seguidores del DI (estos en general no son tan rigurosos con la Biblia) e incluso les ofrece algún que otro piropo:

«Aunque algunos escritores como Michael Behe y Stephen Meyer están motivados en parte por sus creencias religiosas, los argumentos empíricos que ofrecen en contra de la probabilidad de que el origen de la vida y su historia evolucionaria puedan ser explicados a través de la física y la química son de gran interés. […] Incluso si uno no es atraído a la alternativa de las acciones de un diseñador, el problema que estos iconoclastas plantean a la ortodoxia científica debería tomarse en serio. No se merecen el desdén que generalmente se les da. Es evidentemente injusto

El de Negel no es un caso aislado, cada vez más y más darwinistas están empezando a cuestionar el evolucionismo tradicional. Y no es de extrañar, cuanto más se va descubriendo más gente se van dando cuenta que la vida, es, de hecho, mucho más compleja de lo que Darwin se había imaginado; por lo que muchos están empezando a buscar nuevas soluciones. Sin embargo, todavía quedan muchos científicos reacios a cambiar sus ideas. Las respuestas que ha tenido el libro de Negel es un claro ejemplo. Muchos científicos piensan que cuestionar la teoría de la evolución es darle crédito a los defensores del DI, y aún peor, a los creacionistas; y eso, claro, es algo que no están dispuestos a hacer.

Ahora bien, la cuestión está en como deberían los creacionistas (yo siendo uno de ellos) tomarse la obra de Negel. Yo, por un lado, creo que Negel merece algo de respeto (por decirlo de alguna manera), ya que el haber ido en contra del establecimiento y el haberse arriesgado a perder su estatus social, no es algo que hace cualquiera (de hecho, hay muchos cristianos darwinistas que no han sido capaces de hacerlo, algo que debería hacernos reflexionar). Por otro lado, debemos ser cautos con Negel. Aunque es cierto que el filósofo toca sobre cuestiones importantes, no debemos olvidar que Negel en ningún caso pone a Dios como centro de sus reflexiones. La respuesta, cree Negel, se encuentra en la Teleología; es decir, el concepto filosófico que cree en la existencia de causas finales en la naturaleza. Los primeros filósofos en hablar de la teleología fueron Platón y Aristóteles. El primero creía que el mundo fue creado por un diseñador inteligente, el segundo que los propósitos naturales son producidos por las diferentes naturalezas. La teleología de Negel es probablemente una teleología Aristotélica. No obstante, ésto no ha saciado a los evolucionistas (en especial los biólogos), quienes rechazan por completo cualquier tipo de concepto teleológico (algunos cursos de biología enseñan a los estudiantes a usar términos y frases alternativas para referirse a conceptos teleológicos). «Nagel es un teleologista, y aunque no es explícitamente un creacionista, sus ideas son anticientíficas y no valen la pena resaltar.» Comenta un crítico.

En cierta manera deberíamos dar crédito a éstos que critican a Negel. Los evolucionistas tradicionales saben que aceptar un concepto telológico es lo mismo que negar la evolución (de la misma manera que los creacionistas sabe que aceptar la evolución es negar la Biblia), ya que la piedra angular de esta teoría es el azar. Y éste es el problema, que Negel cree que existe un propósito en la naturaleza pero no es capaz de negar del todo la evolución:

«Cada una de nuestras vidas es parte de un proceso muy lento del universo que va gradualmente despertándose y percatándose de su existencia.»

En conclusión, creo que Mind and Cosmos es un libro interesante para leer, pero no deberíamos caer en la trampa de utilizarlo como un emblema. Existen muchos libros más útiles sobre el creacionismo y el diseño inteligente que nos darán, creo yo, respuestas más concretas y fidedignas; al fin y al cabo Negel fue persuadido por estos últimos.

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