¿Es la meditación bíblica compatible con la meditación oriental?
– Enguardia
El estrés y la ansiedad creadas por la epidemia han hecho que muchas personas hayan decidido buscar métodos que les ayuden a curar sus males. Hoy por hoy, la meditación es una de las prácticas más populares usadas para este fin. De hecho, la meditación es tan popular que es incluso divulgada por los mismos psicólogos. No obstante, debemos enfatizar y recordar que la meditación que están promulgando no es el mismo tipo de meditación que encontramos en la Biblia. En realidad, no podrían ser más opuestas la una de la otra.
La meditación oriental, practicada por hindúes, budistas y otros, se introdujo en Europa hace varias décadas a través del yoga (la meditación está intrínsecamente ligada a ésta), la cual se vendió al público cómo una práctica no religiosa que prometía mejorar la salud física y psicológica de las personas. La verdad, sin embargo, es que el yoga es una práctica religiosa y «espiritual». En resumidas cuentas, el yoga es una serie de rituales y ejercicios que se hacen con el propósito de liberar a la persona del eterno ciclo de reencarnaciones (según el hinduismo) y obtener la liberación del sueño en el que vivimos (maya) de tal manera que podamos alcanzar la unidad con dios o el cosmos. La meditación (oriental) es simplemente uno de los ocho rituales asociados al yoga.
Phil Jackson, ex entrenador de los Chicago Bulls, quién introdujo a su equipo la meditación oriental dice:
«Lo que me atrajo al Zen fue su énfasis en limpiar [vaciar] la mente … Una de las herramientas fundamentales para hacer esto es una forma de meditación sentada conocida como zazen. La forma de zazen que práctico consiste en sentarse completamente quieto en un cojín con los ojos abiertos pero dirigidos hacia abajo y enfocar la atención en la respiración… Con el tiempo, tus pensamientos se calman… y experimentas momentos en los que simplemente estás, sin que tu mente se interponga… dejando tu mente abierta y dirigida a nada.» 1
Zen es una transliteración de la palabra sánscrita dhyana y significa literalmente «meditar». Así pues, los monjes del budismo zen practican el dhyana, uno de los ocho elementos del yoga. Pero, cómo nos advierte David Hunt en su libro Yoga y el cuerpo de Cristo, «al repetir una y otra vez una palabra o frase (un mantra), o enfocando nuestra atención en una vela, la punta de la nariz o, en la relajación yóguica, en nuestra respiración, la mente se vacía de todo pensamiento racional y entramos en un estado alterno de conciencia. Un instructor de meditación oriental intenta promover este estado inducido cómo algo natural:
«Si eres nuevo en la meditación [oriental], recuerda que todos meditamos naturalmente. Tenemos experiencias ordinarias… que regularmente nos ponen en un estado meditativo: mirar el sol poniéndose, escuchar música relajante, estar simplemente a la orilla del agua. Nuestra mente se ralentiza, nuestro cuerpo se relaja y nuestra conciencia cambia. Nuestro cerebro cambia a la frecuencia más lenta conocida como estado alfa. Y eso es todo, estamos meditando.» (Ellis, J., Practicing Meditation) 2
La meditación de la que habla Ellis no es la misma que se describe en la biblia, pero tampoco es exactamente la misma que vemos en el yoga. La meditación oriental es más bien lo que describe Phil Jackson en la cita anterior. La meta es vaciar la mente de tal manera que no pienses en nada, absolutamente nada. Esto no se realiza mirando una puesta de sol o las olas del mar. Si fuese así, todos estaríamos realizando involuntariamente algún tipo de meditación oriental. Describir la meditación en estos términos es engañar al público para hacerles pensar que la meditación yóguica es algo natural. La meditación oriental requiere de un estado de concentración y una técnica de respiración muy específica. Es más, en el hinduismo, la meditación se realiza recitando mantras, palabras o sonidos con «poderes» espirituales asociados a dioses Hindúes. Por supuesto, esto no nos lo dirán al entrar a un club de yoga.
La raíz de Dhyana (la meditación yóguica) es dhyai y significa «pensar». Así pues, Dhyana quiere decir pensar en Dios. Pero, ¿cómo podemos pensar en Dios cuando lo único que hacemos es desconectar nuestra mente y no pensamos en nada? Quizá esta contradicción se deba a que en el hinduismo todos los objetos son Dios. Así pues, cuando uno practica la meditación y fija su mirada en un objeto, está «pensando» en Dios. O quizá se deba a que la meta final del yoga es llegar a comprender (y para eso se necesita pensar) que no somos más que un sueño. En cualquier caso, el término es contradictorio con la práctica.
La meditación bíblica
Cuando Isaac fue a «meditar al campo» (Gen. 24:63) no se sentó en una postura yóguica fijando su mirada a un punto concreto y empezó a recitar mantras. El significado de «meditar» en el diccionario es el de «reflexionar, pensar detenidamente en algo». Este es el mismo significado que encontramos en la Biblia:
«Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien.» (Josué 1:8)
Meditar, por tanto, es sinónimo de «conocer». No podemos meditar en algo que no conocemos o no podemos conocer. Debemos meditar en Dios y sus estatutos para conocerle más y más; así mismo debemos meditar sobre nuestra propia condición delante de Dios. El arrepentimiento debería ser una de las consecuencia de la meditación. Sin una meditación verdadera no habrá arrepentimiento.
Interesantemente, en la biblia la meditación va siempre ligada a los mandamientos o estatutos: «En tus mandamientos meditaré; Consideraré tus caminos.» (Salmos 119:15) El conocimiento de la Palabra es algo básico en el cristianismo y judaísmo. Meditar en ella es primordial. Esto no quiere decir que los hindúes no estudien y mediten (de manera real) en sus escritos, pero difícilmente vas a ver a un hindú o budista decir que es primordial estudiar sus escrituras, y aunque así lo hicieran no estarían hablando sobre la meditación oriental en sí.
Sadhguru, uno de los místicos hindúes más famosos, dice que «esta falsa idea de quién eres tiene que desaparecer; eso es la meditación.» 3 En otras palabras, el propósito de la meditación es llegar a comprender que tu existencia no es más que un sueño (maya), de tal forma que puedas ver claramente que eres uno con dios (Brahaman). La Biblia, sin embargo, no nos enseña que somos una ilusión, ni tampoco que somos Dios o parte de Dios. Somos seres creados a su imagen y semejanza, pero no somos Dios. Curiosamente, la Biblia nos enseña que los ídolos (los hindúes los adoran mucho) y sus «gurús» son la verdadera ilusión.
«Porque los terafines [ídolos domésticos] han dado vanos oráculos, y los adivinos han visto mentira, han hablado sueños vanos, y vano es su consuelo; por lo cual el pueblo vaga como ovejas, y sufre porque no tiene pastor.» (Zacarías 10:2)
La meditación oriental es peligrosa porque el estado de «relajación» mental al que se llega hace que uno esté más predispuesto a dejar entrar «espíritus inmundos». No es de extrañar que la meta final del yoga sea dejar entrar la serpiente de kundalini (también llamada Satanás) para que abra nuestros ojos y seamos cómo Dios (Gen. 3:5).
Otro de los graves problemas de la meditación oriental (y el yoga en general) es que minimiza la acción del pecado y nuestra condición cómo pecadores. Paramhansa Yogananda dice que el pecado existe para «advertirnos que ciertos tipos de comportamiento fortalecerán el dominio del engaño en nuestras mentes y nos privaran de la verdadera felicidad… el peor de los pecados es creer que eres un pecador, porque con ese mismo pensamiento abres la puerta e invitas al pecado a entrar en tu mente.» 4
Yogananda ve al pecado cómo un (simple) error que procede de la ignorancia. La ignorancia, por supuesto, es no entender que vivimos en un sueño y que somos parte del cosmos. Pero eso es minimizar y distorsionar lo que es el pecado. La meditación oriental pretende que desconectemos nuestras mentes y no pensemos en nuestros pecados; la meditación bíblica nos enseña a ser sobrios y a velar, a amar a Dios con toda nuestra mente y fuerzas, a discernir entre lo bueno y lo malo.
Despiértate, tú que duermes,
Y levántate de los muertos,
Y te alumbrará Cristo. (Ef. 5:14)
Meditemos en esto.
- Jackson, P., Delehanty, H. (1995) Sacred-Hoops. Hyperion, pp. 48-49
- Jonathan E., Practicing Meditation: Basic techniques to Improve your Health and Well-being.
- I have done a lot of meditation but nothing works. https://www.youtube.com/watch?v=7qnmaD6Kl1g
- How does sin apply to Yoga? Nayaswami Mukti. https://www.ananda.org/ask/yogic-definition-of-sin/
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