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La turba enfurecida y su falsa religión

Black Lives Matter

C.R. Carmichael

Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres.»— Mateo 5:13

La rabia y el odio exhibidos ahora en Estados Unidos no surgieron ni se introdujeron de repente en nuestra sociedad por sí mismos. Si nuestro país estuviera rebosando con el Evangelio de Jesucristo y con una Iglesia vibrante, no habría este vacío moral masivo que ha hecho que los anarquistas y nihilistas expandan su territorio; tampoco existiría el oxígeno espiritual para alimentar su ardiente amargura y provocar su revolución marxista. No, estos agitadores enojados encontraron fácilmente su fortaleza en el vacío que se ha creado en Occidente por el abandono del cristianismo y, en algunas áreas, el colapso total de la influencia cristiana. Lo que estamos presenciando en este momento es una crisis espiritual que está llegando a un punto crítico en Estados Unidos.

¿Cómo puede ser esto?, podría preguntar. ¿Cómo puede un movimiento sociopolítico radical liderado por manifestantes de Antifa y la organización Black Lives Matter apoderarse del territorio abandonado por el menguante cristianismo? ¿No hay una diferencia clara entre cuestiones de Iglesia y Estado, o teología y democracia? La respuesta puede sorprender un poco: lo que estamos viendo no es realmente un levantamiento político, sino una nueva religión secular que difunde un evangelio alternativo de ideología socialista en oposición a los sistemas de creencias tradicionales que sostuvieron a Estados Unidos con el lema de «una nación bajo Dios» durante más de 200 años. Las palabras sediciosas y los actos violentos de estos fanáticos de la justicia social muestran todas las características de un fervor religioso que intenta establecer su única y verdadera «fe». Y aquellos que se interpongan en el camino de su cruzada moral acabarán por doblar la rodilla o por ser destruidos.

De manera similar a Satanás apareciendo como un «ángel de luz»(2 Corintios 11:14-15), éstos se muestran a sí mismos con las características de una religión piadosa . Según el columnista Frank Miele de Real Clear Politics, «la dictadura de los políticamente correctos está en ascenso… La izquierda radical eliminará las voces disidentes, impondrá un régimen de obediencia absoluta y recaudará tributos de las élites corporativas que les deben su seguridad a quienes controlan la mafia» De hecho, esta nueva religión izquierdista ya ha establecido una ortodoxia para adoctrinarnos, ha exigido diezmos y ofrendas para asegurar nuestra salvación y ha ordenado una clase sacerdotal de celebridades de Hollywood que hacen de mediadores hasta que la gente se ajuste a sus nuevos mandamientos.

Pero, ¿cómo nos irá a todos bajo esta nueva autoridad sagrada?

En la Iglesia de lo Políticamente Correcto, hay «pecadores» que deben arrepentirse de los «Cuatro Viejos»: viejas ideas, viejas costumbres, vieja cultura y viejos hábitos, un concepto subversivo creado por primera vez por Mao Zedong durante la Revolución Cultural en la República Popular China. Los Cuatro Viejos son tradiciones arraigadas que deben eliminarse porque interfieren «con la creación de una sociedad socialista moderna», que es la utopía de la nueva fe.

No se preocupen si no saben qué pecados han cometido; las élites religiosas de esta nueva secta te lo harán saber. Tu nivel actual de riqueza, el pigmento de tu piel (o la falta de él), tu sexualidad, tu herencia cultural y tu religión te harán saber cuánto has caído en desgracia. Arrepiéntete públicamente de estas cosas pecaminosas (si puedes), y quizás serás llevado sin peligro al redil; aunque, incluso el arrepentimiento no es garantía de aceptación cuando tu clase social y apariencia externa no se ajusta a su modelo de conformidad.

Por otro lado, tenemos a los «herejes» que han sido desarraigados y expuestos por la Iglesia de lo Políticamente Correcto. Éstos son personas que en un momento parecieron estar en el campo de la «justicia social» o de sus aliados. Pero luego uno de estos miembros honorarios comete un desliz en algo que dice o hace que está fuera de la ortodoxia. Aquí es donde la mafia «woke» [persona «despierta» que lucha por los cambios sociales] los descubre, los expone por su heterodoxia y los «anula».

J. K. Rowling lo sabe muy bien. Una vez fue la querida de la izquierda: les entregó a Harry Potter, un mejor y más aceptable Cristo que traía fantasía y magia, y que podía transformar a una persona en cualquier cosa que quisiera ser, independientemente de la realidad. Incluso sugirió que algunos de sus personajes literarios podrían ser homosexuales. Pero luego (¡respiren hondo!) defendió el concepto biológico heterosexual, y su verdadera forma fue revelada: un lobo «transfóbico» con piel de oveja. Ahora ha sido etiquetada como hereje, y por lo tanto debe ser condenada al ostracismo y quitado su estatus y sustento. Incluso otros autores de su firma literaria la han abandonado por temor a ser anulados por la mafia. Una vez que un colega es expuesto como hereje, es mejor cortar los lazos con él rápidamente o pronto cargará con la culpa por asociación.

Por último, pero no menos importante, están los «infieles» que se oponen a la Iglesia de lo Políticamente Correcto. Estos son cristianos bíblicos que se niegan a doblar la rodilla ante nadie excepto su Dios. Sus creencias están fundadas en la Biblia y guiadas por el Espíritu Santo, y como tal, niegan que la verdadera justicia pueda ser definida culturalmente o construida socialmente con la misma autoridad que les da las Escrituras y el estándar bíblico de justicia. Se les considera infieles porque han cometido blasfemias por no abandonar ni su práctica ni su fe por la verdadera religión de la Revolución Cultural.

Los infieles no tienen ninguna esperanza de redención en esta secta en auge. Los «incrédulos» no serán simplemente silenciados en la sociedad; serán destruidos. La turba enfurecida se ve a sí misma como «Los Morales». No importa cuán inofensivos puedan ser: los infieles son inmorales y espiritualmente peligrosos. A sus ojos, los infieles y sus convicciones bíblicas son sinónimos de odio, porque son diametralmente opuestas a las definiciones humanistas de la mafia sobre expresiones puras e inmaculadas de amor, inclusión, aceptación y tolerancia. Sin embargo, la realidad es que la turba enfurecida de esta nueva religión secular es una banda de «marxistas entrenados» que están demostrando activamente su verdadero odio en estos días. Odian a los conservadores sociales, odian la Constitución, odian a los cristianos, odian la Biblia y, lo que es peor, odian a Dios. Etiquetan a su oposición como nazis y fascistas, pero luego ellos mismos actúan como esas mismas entidades con su brutal ansia de poder y sus tácticas sangrientas de «camisamarrón» [nazi]. Dicen que hablan por los oprimidos y, sin embargo, actúan como opresores para los que están fuera de su credo. Se burlan de los hipócritas santurrones, pero luego se establecen como los nuevos fariseos de la izquierda.

Como los fariseos de antaño, se creen moralmente superiores, separados de los que consideran inmundos. Al igual que los fariseos, son expertos en la «señalización de virtudes» públicas para demostrar su rectitud y obtener la aprobación de las masas. Como los fariseos, se han establecido como un partido político-religioso opuesto a Jesucristo y Su Reino, y como los fariseos, buscan apedrear hasta la muerte (o incluso crucificar) a los que pecan contra su Ley de Corrección Política.

Históricamente, cada vez que este tipo de religión secular ha encontrado un punto de apoyo en una nación o región del mundo, ésta ha seguido un plan similar para establecer su iglesia. Primero, se infiltran en las instituciones tradicionales de la sociedad que promueven las viejas costumbres (los Cuatro Viejos), luego las reorganizan desde adentro hacia afuera y toman el control. Controlan el habla para que nadie pueda criticar u ofrecer puntos de vista alternativos. Controlan las escuelas para que su adoctrinamiento no se vea obstaculizado por los molestos hechos de la historia, la ciencia u otras escuelas clásicas de pensamiento. Controlan los medios de comunicación para que la abrumadora desinformación y propaganda sean imparables al moldear las mentes para aceptar su forma de pensar. ¿No estamos viendo suceder esto en Estados Unidos en este mismo momento? Bajo la protección de la clase dirigente que simpatiza con la izquierda, la turba woke de los Políticamente Correctos ha pasado, sin problemas, de simples protestas a disturbios, de manifestaciones pacíficas a violencia física, y de derribar estatuas a derribar personas. Su malévolo progreso ha visto poca resistencia por parte de la mayoría de nuestras preciadas instituciones, incluidas algunas denominaciones y organizaciones cristianas que predican principalmente un «evangelio social» derivado de los valores siempre cambiantes de la cultura secular a fin de mantener su precaria posición en el mundo.

¿No creen que la turba woke no volverá pronto toda su atención a los cristianos, independientemente de su nivel de compromiso y apaciguamiento, y buscará exterminarnos de una vez por todas? La historia y la Biblia nos dicen que esperamos esta persecución religiosa en cualquier momento. Las estatuas y edificios cristianos ya están siendo vandalizados por la mafia, por lo que el siguiente paso para silenciar a los fieles con agresiones o muerte es inevitable. ¿No dijo Nuestro Señor que sería así?

En verdad, estamos en la encrucijada de una batalla por el alma de Estados Unidos, Occidente y, lamentablemente, el mundo. Éste no es un problema sociopolítico en el que los cristianos podrían estar confundiendo los reinos de la tierra con el Reino de los Cielos y buscando erróneamente la salvación a través de una reforma política; ésta es claramente una batalla espiritual donde Satanás ha producido una religión falsa a través de los mecanismos de instituciones seculares para derrotar a Jesucristo y su Iglesia. Y la razón por la que estamos en esta crisis es porque muchos cristianos de hoy no han podido verlo como una secta en auge que intenta capturar almas y ponerlas en otro nivel de esclavitud pecaminosa.

Para empeorar las cosas, la Iglesia visible en la sociedad occidental ha mostrado poco interés en confiar plenamente en el poder sobrenatural del Evangelio de Jesucristo para establecer la justicia y traer la reconciliación con Dios a través del arrepentimiento y la fe. Con demasiada frecuencia, los cristianos se han centrado en remedios temporales débiles: entretenimiento para los seeker-sensitive, iniciativas de justicia social y movimientos sensibles de «el amor es aceptación» promovidas por la creciente influencia del cristianismo progresista. Se han forjado un refugio seguro para sí mismos que existe solo en su piedad personal, mientras hacen la vista gorda a las realidades espirituales del mundo donde el evangelismo y el buen discipulado pueden despertar a las personas para que vean la verdad de Dios y vengan a Cristo. ¿Por qué algunos cristianos se han alejado tan rápidamente de quien los llamó por la gracia de Cristo y se están volviendo hacia un evangelio diferente de justicia social basada en la cultura?

Este es el desierto espiritual que el cristianismo estadounidense ha creado en su esfuerzo por apaciguar al mundo y mostrar lo que tiene en común con él. ¿Qué esperaban estos cristianos progresistas que sucediera al reemplazar la realidad de Cristo que se encuentra en la palabra de Dios con una débil imitación creada a imagen de la mitología, la psicología y la filosofía humana? Al hacerlo, han caído en la trampa de los secularistas del Anticristo que estaban ocupados formando un dios falso de la misma manera mundana; y lo han hecho con mucho más éxito porque esas vanas creaciones siempre atraen a la humanidad caída. ¿Es de extrañar que una nueva religión se haya instalado donde una vez estuvo el cristianismo y haya adoctrinado a las masas con su versión fantástica de un salvador como se encuentra en el ídolo utópico del marxismo cultural?

Lo triste es que muchos cristianos profesantes han olvidado que el Evangelio siempre triunfará sobre un mensaje falso fundado en la especulación humana y la carne. De hecho, la ideología marxista se basa en la fantasía de la apoteosis humana, por lo que debe apelar a la imaginación defectuosa de la humanidad para encontrar su poder de culto. El sistema filosófico que impulsa su agenda radical nunca podrá explicar la realidad, ni presentarla de ninguna forma concreta, porque entonces perdería su autoridad metafísica para atraer conversos con fervor religioso. Por lo tanto, la única forma en que pueden competir con la realidad de Jesucristo es a través de contra símbolos abstractos refinados psicológicamente para imprimirlos en la conciencia colectiva de su grupo de víctimas.

Esta nueva religión depende únicamente de su capacidad para crear una hiperrealidad estilizada más grande y audaz, diseñada para frustrar la percepción de la verdad y extraer una conexión espiritual profunda con su falso evangelio de perfección social. En esencia, no están tratando de distorsionar el verdadero Evangelio tanto como establecer el marco de una nueva realidad que atraiga a personas cuyas emociones de piel delgada se han alterado por la exposición constante a la fantasía y otras alternativas a la realidad que se encuentran en las diversiones hipnotizantes de nuestra cultura occidental. Como explica Christine Folch en un artículo para The Atlantic, los estadounidenses están mucho más cautivados con las películas de ciencia ficción y fantasía que el resto del mundo porque nosotros, más que cualquier otra gente, nos hemos «desencantado» con las «explicables, predecibles y aburridas» realidades de sus vidas opulentas, y solo pueden encontrar esperanza «en un mundo de misterio y maravilla» (Why the West Loves Sci-Fi and Fantasy: A Cultural Explanation, junio de 2013). Sin embargo, esta creciente adicción al encantamiento pronto les fallará.

¿Por qué, entonces, los cristianos, que tenemos la maravillosa verdad del Evangelio, hemos cedido terreno a este culto de fantasía de odio y destrucción? Es una cortina de humo puesta por Satanás para engañar a las masas y controlarlas a través de una manipulación espiritual que intenta persuadir a sus almas ansiosas de una justicia mística de cuento de hadas. Sin embargo, es una mentira destinada al abismo del infierno que solo traerá más dolor y angustia cuando se den cuenta de que sus propios pecados los condenarán sin la intervención de la gracia de Dios. La justicia social nunca resolverá el problema del pecado en el mundo, los gobiernos nunca podrán legislar para eliminar el problema del pecado. Ciertamente, la fantasía no hará que nuestros pecados desaparezcan repentinamente con solo desearlo. Solo Jesucristo y su obra de salvación ofrecen la solución real para este mundo empapado de pecado, «porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos». (Hechos 4:12). «En él —nos dice la Biblia— tenemos redención por su sangre.» (Efesios 1:7)

Lamentablemente, debido al terrible silencio o a la mala práctica del cristianismo, una generación emergente de almas confundidas y enojadas nunca ha escuchado el mensaje que podría traerles la esperanza de la reconciliación espiritual y la redención que realmente buscan. ¿Qué pasaría si en lugar de escuchar a un líder revolucionario rabioso escupiendo propaganda comunista, estos jóvenes se sentaran a escuchar las sabias y conmovedoras palabras de un hombre de Nazaret llamado Jesús, que hace siglos declaró al mundo en una sinagoga un mensaje sin precedentes:

 

«Y se le dio el libro del profeta Isaías; y habiendo abierto el libro, halló el lugar donde estaba escrito:
El Espíritu del Señor está sobre mí,
Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres;
Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón;
A pregonar libertad a los cautivos,Y vista a los ciegos;
A poner en libertad a los oprimidos;
A predicar el año agradable del Señor.»

Y enrollando el libro, lo dio al ministro, y se sentó; y los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en él. Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros.» (Lucas 4:17-21).

La religión secular llena de odio que intenta traer destrucción a nuestra vida y libertad aquí en Estados Unidos no es rival para el verdadero amor y la libertad que se encuentran en esta proclamación trascendental de Jesucristo. La turba enfurecida tampoco puede impedir que los fieles discípulos de Cristo vivan esa Verdad para la gloria de Dios y la salvación de hombres y mujeres de toda tribu, lengua y nación. Este es el Evangelio de la gracia que verdaderamente rompe las cadenas del pecado y la muerte y libera a los cautivos. Es por eso que Esteban, el primer discípulo en ser martirizado, predicó con valentía el Evangelio a la multitud enfurecida a pesar de esperar ser muerto por una lenta y cruel lapidación. Sacrificó su vida con la esperanza de que quienes lo escucharan pudieran encontrar el perdón a través de la fe en Jesucristo mediante su valiente testimonio de la verdad de Dios.

A la luz del conmovedor ejemplo de Esteban, debemos hacer esta pregunta a los cristianos de hoy: ¿Por qué entregar nuestro terreno espiritual al enemigo y capitular ante la inútil retórica política del mundo cuando tenemos el mensaje revolucionario más impactante de todos los tiempos?

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