Un argumento evolutivo muy común es revaluado por los mismos evolucionistas
—David Dewitt (www.creation.com)
Un nuevo informe del Proceedings of the National Academy of Sciences (Actas de la Academia Nacional de Ciencias) sugiere que el típico valor de >98% de similitud entre el ADN del chimpancé y el ser humano es incorrecto. (2) El autor del estudio, Roy Britten, teniendo en cuenta las inserciones y supresiones, establece una cifra aproximada del 95%. Lo cierto es que hay más en este asunto de lo que la gente cree.
La idea de que existe >98.5% de similitud ha sido engañosa porque depende de lo que se esté comparando. Hay un gran número de diferencias que son significativas pero que son difíciles de cuantificar. Una revaluación realizada por Gagneux y Varki4 describió en una lista las diferencias genéticas entre los humanos y los grandes simios. Las diferencias incluyen «disimilitudes citogenéticas, diferencias en el tipo y número de ADN genómico repetitivo y elementos transponibles, abundancia y distribución de retrovirus endógenos, la presencia y el grado de polimorfismos alélicos, eventos específicos de inactivación de genes, diferencias en las secuencia de genes, duplicaciones de genes, polimorfismo de un solo nucleótido, diferencias en la expresión génica y variaciones en el splicing [empalme] del ARN mensajero.» (4)
Ejemplos específicos de estas diferencias incluyen:
1. Los humanos tienen 23 pares de cromosomas, mientras que los chimpancés tienen 24. Los científicos evolucionistas creen que uno de los cromosomas humano se formó a través de la fusión de dos pequeños cromosomas en el chimpancé, en vez de creer que existe una diferencia intrínseca a consecuencia de una creación separada.
2. Al final de cada cromosoma están los telómeros, una serie de secuencias de ADN que se repiten. Los chimpancés y otros simios tienen aproximadamente 23 kilobases (una kilobase es 1.000 pares de bases de ADN) de repeticiones. Los seres humanos son únicos entre los primates con telómeros mucho más cortos de solo 10 kilobases de largo. (7)
3. Mientras que 18 pares de cromosomas son «virtualmente idénticos», los cromosomas 4, 9 y 12 muestran evidencia de ser «remodelados». (5) En otras palabras, los genes y marcadores de estos cromosomas no están en el mismo orden en los humanos y chimpancés. En lugar de ser «remodelado» como sugieren los evolucionistas, estas diferencias intrínsecas podrían ser el resultado (lógico) de una creación separada.
4. El cromosoma Y, en particular, es de un tamaño diferente y tiene muchos marcadores que no se alinean entre el humano y el chimpancé. (1)
5. En concreto, los científicos han preparado un mapa de clonación comparativa entre humanos y chimpancés del cromosoma 21. Observaron «diferencias en grandes regiones no aleatorias entre los dos genomas». Encontraron una serie de regiones que «podrían corresponder a inserciones específicas del linaje humano». (3)
Estos tipos de diferencias generalmente no se incluyen en los cálculos de porcentaje de similitud de ADN.
En uno de los estudios más extensos que compararon el ADN de humanos y chimpancés, (3) los investigadores compararon >19.8 millones de bases. Si bien esto parece mucho, en realidad solo representa un poco menos del 1% de todo el genoma. Se calculó una identidad media del 98,77% o 1,23% de diferencias. Sin embargo, esto, al igual que otros estudios, solo consideró las sustituciones y no tuvo en cuenta las inserciones ni las eliminaciones, como sí hizo el nuevo estudio de Britten. Una sustitución de nucleótidos es una mutación en la que una base (A, G, C o T) se reemplaza por otra. Al comparar dos secuencias, hablamos de una inserción o eliminación (indel) cuando falta algún nucleótido.
Se pueden comparar dos secuencias de ADN. Si hay una diferencia en los nucleótidos (una A en lugar de una G), esta es una sustitución. Por otro lado, si hay una base de nucleótidos que falta, se considera una inserción o eliminación (deleción). Se supone que un nucleótido se ha insertado en una de las secuencias o que uno se ha eliminado de la otra. A menudo es demasiado difícil determinar si la diferencia es el resultado de una inserción o una eliminación y, por lo tanto, se denomina «indel». Los indeles pueden ser, prácticamente, de cualquier longitud.
El estudio de Britten (2) analizó 779 pares de kilobases para examinar cuidadosamente las diferencias entre los chimpancés y los humanos. Encontró que el 1,4% de las bases habían sido sustituidas, lo que estaba de acuerdo con estudios anteriores (similitud del 98,6%). Sin embargo, encontró un número mucho mayor de indeles. La mayoría de estos solo tenían una longitud de 1 a 4 nucleótidos, aunque algunos de ellos tenían una longitud de >1000 pares de bases. Sorprendentemente, los indeles agregaron un 3,4% adicional de pares de bases que eran diferentes.
Si bien los estudios anteriores se han centrado en las sustituciones de bases, quizás hayan perdido la mayor contribución a las diferencias genéticas entre chimpancés y humanos. Los nucleótidos faltantes de uno u otro parecen explicar más del doble del número de nucleótidos sustituidos. Aunque el número de sustituciones es, aproximadamente, diez veces mayor que el número de indeles, el número de nucleótidos involucrados en los indeles es mayor. Se informó que estos indeles estaban igualmente representados en las secuencias del chimpancé y el ser humano. Así pues, las inserciones o deleciones no se producían solo en el chimpancé o solo en el humano, y por tanto podían interpretarse como diferencias intrínsecas.
¿Se cuestionará la evolución, ahora que la similitud entre el chimpancé y el ADN humano se ha reducido de >98.5% a ~ 95%? Probablemente no. Independientemente de si la similitud se redujo incluso por debajo del 90%, los evolucionistas seguirán creyendo que los humanos y los simios compartimos un ancestro común. Por otra parte, el uso de porcentajes esconde un hecho importante. ¡Una diferencia del 5% equivale a 150,000,000 de pares de bases de ADN!
Varios estudios han demostrado una notable similitud en el ADN nuclear y el ADNmt entre los humanos modernos. De hecho, las secuencias de ADN para todas las personas son tan similares que los científicos generalmente concluyen que existe un «origen único reciente para los humanos modernos, con un reemplazo general de las poblaciones arcaicas».8Para ser justos, las estimaciones evolucionistas para una fecha del «ancestro común más reciente» (MRCA, en inglés) calculan que este «origen único reciente» es de unos 100.000-200.000 años, que no es reciente según los estándares creacionistas. Estas estimaciones se han basado en comparaciones con chimpancés y en el supuesto de un ancestro común humano/chimpancé hace aproximadamente 5 millones de años. En contraste, los estudios que han usado genealogías o comparaciones de ADNmt generacionales (6,9,10) han producido un MRCA mucho más reciente (¡incluso de 6,500 años!). (10)
La investigación sobre eventos observables de mutación generacional conduce a un ancestro común más reciente para los humanos que las estimaciones filogenéticas que asumen una relación con los chimpancés. Se cree que los hotspotsmutacionales explican esta diferencia. (6) Sin embargo, en ambos casos, se basan en principios uniformistas: los índices medidos en el presente se pueden usar para extrapolar el ritmo de eventos de un pasado distante.
Los ejemplos anteriores demuestran que las conclusiones de las investigaciones científicas pueden ser diferentes dependiendo de cómo se realice el estudio. Los humanos y los chimpancés pueden tener un 95% o > 98.5% de ADN similar dependiendo de qué nucleótidos se cuentan y cuáles se excluyen. Los humanos modernos pueden tener un único antepasado reciente <10,000 o 100,000–200,000 años, dependiendo de si se asume una relación con los chimpancés y qué tipos de mutaciones se consideran.
Referencias
- Archidiacono, N., Storlazzi, C.T., Spalluto, C., Ricco, A.S., Marzella, R., Rocchi, M. (1998). Evolution of chromosome Y in primates. Chromosoma, 107,241–246. 2. Regresar al texto.
- Britten, R.J. (2002). Divergence between samples of chimpanzee and human DNA sequences is 5% counting indels. Proceedings National Academy Science, 99,13633–13635. Regresar al texto.
- Fujiyama, A., Watanabe, H., Toyoda, A., Taylor, T.D., Itoh, T., Tsai, S.F., Park, H.S., Yaspo, M.L., Lehrach, H., Chen, Z., Fu, G., Saitou, N., Osoegawa, K., de Jong, P.J., Suto, Y., Hattori, M., and Sakaki, Y. (2002). Construction and analysis of a Human-Chimpanzee Comparative Clone Map. Science 295,131–134. Regresar al texto.
- Gagneux, P. and Varki, A. (2001). Genetic differences between humans and great apes. Mol Phylogenet Evol 18,2–13. Regresar al texto.
- Gibbons, A. (1998). Which of our genes make us human? Science 281,1432–1434. Regresar al texto.
- Heyer, E., Zietkeiwicz, E., Rochowski, A., Yotova, V., Puymirat, J., and Labuda D. (2001). Phylogenetic and familial estimates of mitochondrial substitution rates: study of control region mutation in deep-rooting pedigrees. Am J Hum Genet 69,1113–1126. Regresar al texto.
- Kakuo, S., Asaoka, K. and Ide, T. (1999). Human is a unique species among primates in terms of telomere length. Biochem Biophys Res Commun 263,308–314. Regresar al texto.
- Knight, A., Batzer, M.A., Stoneking, M., Tiwari, H.K., Scheer, W.D., Herrera, R.J., and Deninger, P.L. (1996). DNA sequences of Alu elements indicate a recent replacement of the human autosomal genetic complement. Proc. Natl Acad Sci USA, 93,4360–4364. Regresar al texto.
- Parsons T.J., Muniec, D.S., Sullivan, K., Woodyatt, N., Alliston-Greiner, R., Wilson, M.R., Berry, D.L., Holland, K.A., Weedn, V.W., Gill, P., and M.M. Holland. (1997). A high observed substitution rate in the human mitochondrial DNA control region. Nat. Genet. 15,363–368. Regresar al texto.
- Sigurgardottir, S., Helgason, A., Gulcher, J.R., Stefansson, K., and Donnelly P. (2000). The mutation rate in the human mtDNA control region. Am J Hum Genet66,1599–1609. Regresar al texto.
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