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María: su verdadero lugar en la iglesia primitiva

María la madre de Jesús

—Enguardia

María, la madre de Jesús, es una de las mujeres más importantes de la Biblia y, sin duda, del Nuevo Testamento. Los evangelios son los textos que más información nos ofrecen sobre ella (siempre en conexión con el Mesías). Sin embargo, es significativo que la última referencia directa a ella en la Biblia aparezca en Hechos 1:14, un texto breve pero revelador.

«Todos éstos [discípulos] perseveraban unánimes en oración y ruego, con las mujeres, y con María la madre de Jesús, y con sus hermanos.»

Este versículo ofrece una de las imágenes más claras y equilibradas sobre el papel de María en la comunidad cristiana. Es fundamental para comprender cuál fue su verdadero papel en la Iglesia: un lugar de honor, sí, pero no de autoridad mediadora ni de función espiritual única.

María después de la resurrección de Cristo

Antes de ascender al cielo, Jesús se apareció a una multitud de personas, entre ellas sus discípulos; sin embargo, no hay ninguna referencia explícita que indique que se le apareció a su madre, María. ¿No resulta extraño?

Por supuesto, no estamos diciendo que María no vio a su propio hijo resucitado. Es muy posible que sí lo viera. Pero debemos preguntarnos cuál es la razón por la que la Biblia no lo menciona. Si María fue tan importante como afirma la Iglesia católica, ¿por qué ninguno de los libros del Nuevo Testamento menciona el encuentro de Jesús con María? ¿No debería haber dejado algún mensaje a la iglesia sobre el papel de María como «corredentora» o «mediadora»?

El texto que hemos leído anteriormente no presenta a María en un pedestal, ejerciendo liderazgo sobre los demás discípulos, ni la destaca como una figura espiritual con un papel especial. Más bien, se la menciona como una persona más del grupo, perseverando en oración con los demás creyentes.

El objeto de atención son los creyentes reunidos, es decir, la iglesia, no María en particular. Lucas, el autor del libro de Hechos, no hace hincapié en quién era la madre de Jesús, sino en la unidad espiritual de los discípulos que aguardaban el cumplimiento de la promesa del Espíritu Santo.

Si María es tan importante, ¿por qué los discípulos de Jesús y todos los demás creyentes no acuden a ella? Hoy en día, los creyentes acuden a Jesús en oración, pero, cuando estaba en la Tierra, la gente acudía a él en persona. En la actualidad, muchas personas rezan a María porque no está físicamente presente. Entonces, ¿por qué no acudieron a ella cuando estaba viva?

María ora con la iglesia

Este matiz es esencial. Hechos 1:14 no la presenta intercediendo por los discípulos como una mediadora, sino participando con ellos en oración. Esta distinción refuerza una convicción bíblica fundamental: la oración y la intercesión se dirigen a Dios por medio de Cristo, el único mediador entre Dios y los hombres.

«Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres,
Jesucristo hombre.»(1 Timoteo 2:5)

María reza como discípula, no como mediadora. Ora necesitada de la promesa del Espíritu Santo tanto como los demás. Esto subraya su plena humanidad espiritual y su dependencia de Dios.

Jesús «redefinió» radicalmente el concepto de familia en Marcos 3:31-35, cuando declaró que su verdadera familia son quienes hacen la voluntad de Dios. Hechos 1 muestra precisamente a María en ese papel: como miembro obediente del pueblo de Dios, unida en comunión con otros creyentes e integrada en la comunidad fundada por Jesús. No ocupa un lugar jerárquico ni separado. Simplemente está en la iglesia, bajo el señorío del Cristo resucitado, participando del mismo llamado que los demás.

El rol de María después de Hechos 1

Después de este versículo, el Nuevo Testamento no atribuye a María ningún rol de liderazgo, autoridad doctrinal, funciones de intercesión, participación en decisiones apostólicas, menciones en epístolas, continuidad de un papel especial en la liturgia o en la vida comunitaria. Esta ausencia no es un silencio accidental, sino una verdad teológica. Los apóstoles predicaron ampliamente sobre la Iglesia, la oración, los dones espirituales, el liderazgo, la adoración y la mediación. En ninguno de estos temas se menciona a María como figura central.

Esto confirma que la iglesia primitiva no la consideraba una figura mediadora, sino una hermana en la fe, necesaria y honorable, pero no excepcional en autoridad espiritual.

¿Qué nos enseña esto hoy?

Desde una perspectiva evangélica, María es un ejemplo brillante de:

  • humildad,
  • obediencia,
  • devoción,
  • perseverancia en oración,
  • fidelidad a Cristo, incluso después de la cruz y la resurrección.

Sin embargo, su papel se limita a ejercer una función concreta que no implica la creación de un arquetipo de veneración ni la realización de una intermediación espiritual. Más bien, nos invita a valorar el diseño bíblico, en el que todos los miembros de la Iglesia somos iguales ante Dios, dependemos del mismo Salvador y del mismo Espíritu. María es honrada cuando la vemos como la presentan las Sagradas Escrituras, no como intercesora, sino como discípula, lo cual es un aspecto que debemos tener en cuenta a la hora de analizar su figura y legado.

La imagen de María que presenta este pasaje es coherente y equilibrada. Se la presenta como una creyente fiel, integrada en la comunidad que esperaba la venida del Espíritu Santo. Las Sagradas Escrituras no la sitúan por encima del resto ni le atribuyen funciones de intercesión o mediación. María sigue siendo un ejemplo digno de imitar, no por ser mediadora, sino por ser la mujer que dio a luz al Salvador del mundo y por ser una persona comprometida y fiel a su Señor.


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