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Aunque algunas personas se las ingenian para concluir que la Biblia no enseña nada acerca de la resurrección de los muertos, lo cierto es que las Escrituras dejan muy claro que todas las personas, creyentes o incrédulos, obtendremos unos cuerpos nuevos en el futuro. Esta idea ha sido lo que ha mantenido la fe de muchos judíos a lo largo de los siglos y es, sin duda, la esperanza que tenemos todos los creyentes en Cristo.
Sin embargo, como tantas otras doctrinas esenciales, el concepto de la resurrección de los muertos ha sido mutilado por teólogos interesados en defender su propia tradición. Esto incluye tanto a católicos como a ortodoxos, pero también a un número importante de protestantes.
Uno de los textos más importantes sobre la resurrección de los muertos lo encontramos en el capítulo veinte del Apocalipsis. Ahí se revela el desenlace final de nuestra historia y la culminación de todas las profecías que hablan sobre la resurrección de los muertos. Pero para entender este pasaje es indispensable entender primero este mismo concepto, y esto solo podemos hacerlo estudiando el resto de las Sagradas Escrituras. Por tanto, antes de entrar en el vigésimo capítulo del Apocalipsis, haremos un breve recorrido por el Antiguo y el Nuevo Testamento, examinando algunos de los pasajes clave.
La resurrección de los muertos en el Antiguo Testamento 🔝
Algunos eruditos seculares afirman que la idea de la resurrección de los muertos fue influenciada por varias religiones mistéricas (el culto a Osiris, Adonis o Dionisio) e incluso por el zoroastrismo, una religión de la antigua Persia. No me detendré aquí a rebatir esta postura. En realidad, ni siquiera es necesario argumentar este punto, pues tampoco sería descabellado pensar que algunas religiones tuvieran un concepto similar al nuestro. Después de todo, Adán y Eva posiblemente tuvieron esta esperanza, que se transmitió a lo largo de las generaciones, aunque quizá de una manera más o menos críptica. Por lo tanto, no sería extraño pensar que alguna religión pagana hubiese heredado el legado de la resurrección, aunque seguramente con variaciones (algo similar se puede observar en el relato del Diluvio y en el de Gilgamesh).
La idea de la resurrección no surgió durante el exilio babilónico de los judíos, como alegan algunos. Los hebreos no copiaron ningún concepto zoroastrico, pues ya tenían esta esperanza desde tiempos muy antiguos. Job es uno de los primeros personajes bíblicos que habla sobre la resurrección. La mayoría de los estudiosos consideran que el libro de este autor es uno de los más antiguos de la Biblia, anterior con creces al cautiverio babilónico.
Yo sé que mi Redentor vive,
Y al fin se levantará sobre el polvo;
Y después de deshecha esta mi piel,
En mi carne he de ver a Dios;
Al cual veré por mí mismo,
Y mis ojos lo verán, y no otro,
Aunque mi corazón desfallece dentro de mí.
Job 19:25-27
Este texto nos hace entender claramente que Job esperaba ver a Dios cara a cara después de su muerte, no de forma espiritual, sino con un cuerpo físico renovado, pues afirmaba: «En mi carne he de ver a Dios». Los ángeles o espíritus no tienen carne. Solo las personas estamos hechos de carne y hueso. El apóstol Pablo dice en su epístola a los corintios: «Hay cuerpos celestiales y cuerpos terrenales, pero una es la gloria de los celestiales y otra la de los terrenales». (1 Cor. 15:40) Esto no quiere decir que los ángeles sean entes intangibles o incorporeos. Sí, los ángeles tienen cuerpos, pero no son como los nuestros. Los suyos son celestiales y los nuestros terrenales. Cada uno tiene su propia gloria. Uno no es mejor que el otro, simplemente son diferentes.
Lo más asombroso del pasaje de Job es que, aparte de hablar sobre nuestra resurrección, nos presenta al Redentor, que vendrá al mundo con un cuerpo terrenal: «Yo sé que mi Redentor vive, y al fin se levantará sobre el polvo». Esto podría hacer referencia a la muerte y resurrección del mismo Redentor o a la idea de que el Redentor estará de pie sobre la tierra, es decir, que vendrá a este mundo de forma física. Ambas cosas son válidas y apuntan a la obra de Cristo en su venida. En cualquier caso, el concepto de la resurrección está claramente presente en este pasaje. Encontramos algo muy parecido en uno de los salmos de David, escrito siglos después.
En cuanto a mí, veré tu rostro en justicia;
Estaré satisfecho cuando despierte a tu semejanza.
Salmos 17:15
Al igual que Job, David tenía la esperanza de que algún día el “despertaría” de su sueño y vería a Dios cara a cara. Es más, el salmista estaba convencido de que al “despertar” su cuerpo ya no sería el mismo, ¡sino que sería semejante al de su Redentor!
Aunque es cierto que hay algunos pasajes que hablan sobre la resurrección de una manera espiritual, otros hacen referencia a una resurrección literal (Is. 26:19-20; Sal. 16:10; Os. 13:14). Pero quizá, uno de los textos más importantes, al menos en lo que se refiere a nuestro estudio, es el que podemos leer en el libro de Daniel, escrito durante el exilio en Babilonia.
En aquel tiempo se levantará Miguel, el gran príncipe que está de parte de los hijos de tu pueblo; y será tiempo de angustia, cual nunca fue desde que hubo gente hasta entonces; pero en aquel tiempo será libertado tu pueblo, todos los que se hallen escritos en el libro. Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua. (Dan. 12:1-2)
Al igual que el resto del libro de Daniel, este capítulo nos ofrece información profética muy valiosa; y algunas cosas muy novedosas. En los últimos tiempos, en la gran tribulación, el arcángel Miguel se alzará para luchar a favor de su pueblo. Este pueblo no es la iglesia, como sugieren algunos. A la iglesia todavía le quedaban más de cuatrocientos años para nacer. Se refiere claramente al pueblo de Israel. Pero, ¿de qué serán librados exactamente?
La redención de Israel en los últimos días 🔝
El capítulo 12 del Apocalipsis (curiosamente, el mismo capítulo que el de Daniel), nos ofrece información adicional acerca de este evento. En la mitad de la tribulación el remanente de Israel será perseguido por Satanás y el anticristo, pero este huirá al desierto (posiblemente a Bosra) y será sustentada por Dios por tres años y medio. La serpiente intentará aniquilarlos por todo los medios posibles pero fracasará. Finalmente, al ver que no puede hacer nada contra ellos, Satanás irá a hacer guerra contra “el resto de la descendencia”. (Ap. 12:13-17) Esto quizá haga referencia a los creyentes en general (aquellos que habrán creído durante la tribulación) o al resto de judíos mesiánicos dispersos por todo el mundo.
Al final de los tres años y medio vendrá el Rey de Reyes y destruirá al anticristo y al falso profeta. Finalmente, Cristo establecerá su reino en la tierra. Un reino que durará, literalmente, mil años. En aquel tiempo será cuando “muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua.” (Dan. 12:1-2)
Los santos del Antiguo Testamento resucitarán para disfrutar de la herencia prometida por Dios a Abraham. El Reino se establecerá y las promesas se cumplirán al pie de la letra. Nunca más se enseñará que Israel es una alegoría ni que las promesas son conceptos puramente espirituales. Dios cumplirá lo que ha prometido.
El capítulo 20 de Apocalipsis es el desenlace final de una trama milenaria dónde vemos al Rey tomando posesión de su reino después de arrojar a Satanás al abismo por mil años. (Ap. 20:1-3) Aunque el reino de Cristo se establecerá desde Jerusalén, su autoridad será sobre todos los pueblos de la tierra. Será un tiempo glorioso en el que habrá paz y la gente estará ansiosa por ir a Jerusalén y aprender la Palabra de Dios (Is. 2:2-4). El lobo morará con el cordero (Is.11:6) y el pueblo de Israel habitará confiado (Jer. 23:6) porque Dios será su pastor (Ez. 37:24). Plantarán viñas y comerán de ellas, pues habrá gran prosperidad en su tierra y nadie los inquietará (Is. 65:21). Todo el mundo (y repito, todo el mundo) subirá a Jerusalén para celebrar la Fiesta de los Tabernáculos. Aquellos pueblos que no suban a adorar a Dios, experimentarán grandes sequías en sus tierras (Zac. 14:16-17). En definitiva, las promesas de Dios se cumplirán al pie de la letra.
El milenio: tres interpretaciones diferentes 🔝
Algo que se destaca en el capítulo 20 de Apocalipsis es la resurrección de los muertos. De hecho, el texto menciona no solo una, sino dos resurrecciones.
Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar; y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años. Pero los otros muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron mil años. Esta es la primera resurrección. Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre estos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años. (Ap. 20:4-6)
Aunque el texto es bastante claro, algunas personas se las han ingeniado para darle otro significado. Por un lado tenemos a los preteristas, en su gran mayoría católicos. Sugieren que todas las profecías del libro de Apocalipsis se cumplieron en el primer siglo de nuestra era. La destrucción del templo en el año 70 d.C. fue, según ellos, el punto y final de casi todas la profecías. Es decir, todas las plagas, eventos cataclísmicos, la marca de la bestia, los dos testigos, la caída de Babilonia… todo, exceptuando los capítulos 19-22, han pasado.
Por otro lado, están los idealistas, en gran parte protestantes reformados. Según esta postura el libro del Apocalipsis debe interpretarse de forma alegórica. Todos los eventos que describe el libro no son más que símbolos de una “verdad” espiritual trascendente. No obstante, aunque sostienen que el capítulo 19 tiene un lenguaje simbólico, sí interpretan la segunda venida de Cristo de forma literal.
¿Y qué hay del milenio? Tanto los preteristas como los idealistas no creen en un reino milenial dónde Cristo reinará, literalmente, desde Jerusalén. Para ellos, Cristo ya está reinando, por lo que no tiene necesidad de bajar a la tierra. Es más, creen que los muertos en Cristo están reinando con él en el cielo y que Satanás está ahora mismo encadenado, aunque no del todo, pues obviamente sigue engañando a la gente.
Pero el encadenamiento de Satanás 🔝 , descrito en el c. XX de Apocalipsis, no puede ser parcial, como alegan ellos. Si uno lee el texto de forma natural se dará cuenta inmediatamente de que su encadenamiento es total. Es posible que el Señor supiera de antemano que algunos intentarían descuartizar el texto, por lo que nos lo describió con mucho detalle.
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- “Prendió” a Satanás
- Lo “ató por mil años” con una cadena
- Lo “arrojó” al abismo
- Lo “encerró”
- “Puso su sello sobre él”
Esto no puede ser de ninguna manera un encarcelamiento parcial. Satanás será encadenado, arrojado al abismo y encerrado con un sello por mil años. ¡¿Cómo puede ser esto un encadenamiento parcial?! El abismo es un “pozo sin fondo” dónde aparentemente están encarcelados temporalmente algunos ángeles caídos (Enoc 10:4) y posiblemente también demonios (Luc. 8:31). El diablo no solo va a ser arrojado a este abismo, sino que Dios va a encadenarlo y poner un “sello sobre él”.
En la antigüedad, los sellos eran una señal de autoridad. Podían utilizarse para documentos pero también para sellar propiedades, como prisiones o tumbas (Dan. 6:17; Jer. 32:10; Mat. 27:66). Esto aseguraba que nadie entrase ni saliese de la propiedad sellada por las autoridades. De forma espiritual, el sello significa garantía y seguridad. En pocas palabras, Satanás estará completamente encadenado y encarcelado lejos de está tierra. Por lo tanto, la serpiente no podrá engañar más a nadie durante el reino milenial.
La razón por la que algunas personas interpretan estos pasajes de forma alegórica no es porque sea difícil de entender, sino todo lo contrario, porque es muy claro. El reino milenial hace referencia a un gran número de profecías sobre el futuro reino mesiánico de Israel. Pero a muchos no les gusta esta idea: la iglesia ha reemplazado a Israel y los judíos ya no pintan nada en los planes de Dios. Por lo tanto, todas las referencias a un reino mesiánico literal deben interpretarse de forma alegórica o simbólica. De hecho, para algunos, la idea del milenio es una herejía. El catecismo católico dice lo siguiente:
La Iglesia ha rechazado incluso formas modificadas de esta falsificación del reino venidero bajo el nombre de milenarismo, especialmente la forma política «intrínsecamente perversa» de un mesianismo secular. (Cat. 676)
El problema con esta afirmación es que esto va en contra de su tan estimada tradición. La gran mayoría de los padres de la iglesia de los primeros siglos creían en un milenio literal (lean La creencia en un milenio literal). Por ejemplo, Eusebio de Cesarea cita a Papias diciendo que él creía que habrá “1.000 años después de la resurrección de los muertos y habrá un establecimiento material del Reino de Cristo sobre esta tierra.” Según Ireneo, Papias fue un discípulo del apóstol Juan, el mismo que redactó el libro de Apocalipsis. Por tanto, esta es una de las citas más tempranas que tenemos sobre el milenio, exceptuando el Nuevo Testamento.
Desgraciadamente, un gran número de protestantes reformados, sean evangélicos o no, abrazan de una forma u otra esta misma idea. Aparentemente, ellos, los reformados, son los escogidos, no Israel. Todas las promesas hechas a Israel se han cumplido o se cumplirán de forma simbólica, exceptuando los castigos. Esos sí son para Israel. Las bendiciones son para la “iglesia”.
La resurrección de los muertos en Apocalipsis 20 🔝
¿Y qué hay de la resurrección de los muertos? Según estos dos grupos, la primera resurrección es espiritual, la segunda es física. Es decir, los muertos que fueron decapitados y que se negaron a ponerse la marca de la bestia son los mártires del pasado que han sido resucitados espiritualmente y que ahora reinan con Cristo. Para ellos esto no tiene nada que ver con los mártires que morirán en una futura tribulación.
La primera resurrección se entiende mucho mejor cuando se interpreta de una manera literal, pues esa era la esperanza que tenían los judíos de la antigüedad y los cristianos primitivos. Si leemos el libro de apocalipsis de forma cronológica, exceptuando algún que otro paréntesis, el capítulo 20 se revela de forma clara y concisa. Durante la tribulación muchos serán engañados por Satanás, pero habrá gente que rechazará ponerse la marca del anticristo y seguirá a Cristo. Estos formarán parte de la primera resurrección y disfrutarán del reino milenial. Primero serán perseguidos y maltratados, después bendecidos y exaltados. Primero serán oprimidos, después libertados. Primero serán consumidos, después vivificados. ¿Qué mayor justicia que esta?
Ahora bien, la primera resurrección no solo pertenece a los mártires de la gran tribulación. La primera resurrección tiene varias fases e involucra varios grupos de personas.
LA PRIMERA RESURRECCIÓN | |
PRIMERA PARTE (antes de la gran tribulación) | 1. Cristo, el primero entre los muertos. 1 Cor. 15:20; Hech. 26:23: Col. 1:18 2. Resurrección y arrebato de la iglesia. 1 Tes. 4:13-18; 1 Cor. 15:51-58 |
SEGUNDA PARTE (después de la gran tribulación) | 3. Los santos de la tribulación. Ap. 20:4-6 4. Los santos del Antiguo Testamento. Dan. 12:1-2, cf. Ap. 20:4-6 |
1. Cristo, el primero de entre los muertos
La primera parte de la resurrección de los muertos fue iniciada por Cristo. Según el apóstol Pablo, Jesús cumplió las profecías que anunciaban que él iba a ser el primero en resucitar (Hech. 26:23). Esto puede parecer una contradicción, pues vemos que hay otros ejemplos de resurrecciones antes de la de Jesús. Podemos encontrar tres ejemplos en el Antiguo Testamento (1 Re. 17:17-24; 2 Re. 4:18-37; 2 Re. 13:20-21) y tres ejemplos en el Nuevo (Luc. 7:11-17; Mt. 9:18-26; Juan 11:1-44). Los primeros por Elías y Eliseo, y los segundos por Jesús.
Sin embargo, la resurrección de Jesús debe verse como una resurrección con un cuerpo glorificado, no con un cuerpo mortal. Las resurrecciones que vemos realizadas por los profetas del Antiguo Testamento, Jesús y los apóstoles, no fueron resurrecciones con cuerpos glorificados. Todos estos murieron en algún momento.
Quizá existe una excepción a esta regla con los santos que fueron resucitados después de la muerte de Jesús:
Y he aquí, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; y la tierra tembló, y las rocas se partieron; y se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de santos que habían dormido, se levantaron; y saliendo de los sepulcros, después de la resurrección de él, vinieron a la santa ciudad, y aparecieron a muchos. (Mateo 27:52-53)
El texto no nos clarifica si estos fueron resucitados con cuerpos glorificados, pero si este fuera el caso esto no contradeciría que Cristo fue de las “primicias”, pues estos santos volvieron a vivir después de la resurrección de Jesús.
2. La resurrección y el arrebatamiento de la iglesia
La segunda fase acontecerá cuando Cristo venga a buscar a la esposa; es decir, a la iglesia. La primera epístola a los tesalonicenses nos detalla este evento con claridad.
Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza. Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él. Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron. Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor. Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras. (1 Tes. 4:13-18)
Antes de la gran tribulación Jesús vendrá a buscar a todos los creyentes, ya sea que estén vivos o muertos (lean El rapto de la iglesia: los pasajes más relevantes). Los muertos, nos dice el apóstol, resucitarán primero, luego los que estén vivos en aquel tiempo serán transformados en un instante, como nos dice Pablo en otra de sus epístolas:
He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados. (1 Cor. 15:51-52)
Por lo tanto, ya sea que estemos durmiendo o viviendo, seremos todos transformados. Aunque no tenemos muchos detalles sobre este evento, será claramente una de las señales que anticiparan la gran tribulación. El mundo no será ignorante de esta gran desaparición, es posible que incluso vean a los muertos resucitar. Quizá, incluso hablarán con ellos, como en el caso de los muertos que resucitaron después de la muerte de Jesús y que “aparecieron a muchos” (Mt. 27:53).
3. La resurrección de los santos de la tribulación
Al final de la gran tribulación, Cristo destruirá a la bestia y al falso profeta (Ap. 19) e instaurará su reino milenial. En la tercera fase de la primera resurrección Cristo vivificará literalmente a aquellos creyentes que murieron durante la gran tribulación (Ap. 20:4-6). Estos mártires serán exaltados y reinarán con Cristo y el resto de los creyentes que hayan sido resucitados o arrebatados antes de la gran tribulación. Es decir, en el reino milenial de Cristo estarán presentes todos aquellos que hayan creído en Jesús desde su primera venida a la segunda. No quedará nadie fuera.
4. La resurrección de los santos del Antiguo Testamento
Otro grupo de personas que resucitará al inicio del milenio serán los santos de la antigua dispensación, es decir, todos aquellos judios que depositaron su fe en Dios. Entre tantos otros, estarán Job, David y Daniel, los cuales esperaban con ansias la venida del mesías y su resurrección. Recordemos lo que Dios le reveló a Daniel:
Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua. (Dn. 12.2)
Y prosigue más adelante:
Y tú irás hasta el fin, y reposarás, y te levantarás para recibir tu heredad al fin de los días. (Dn. 12:13)
Daniel, le declaró Dios, iba a resucitar al final de los días para recibir su heredad. Esto no se puede referir a la segunda resurrección que sucederá después del milenio. Se refiere a la resurrección que tendrá lugar antes del milenio. En primer lugar, porque sería muy injusto que los creyentes de nuestra era obtuvieran la promesa de reinar en la tierra, pero aquellos santos judíos que tanto lo anhelaban no lo conseguirán. En segundo lugar, porque esto anularía las muchas profecías dónde habla sobre la restauración del reino de Israel.
La Segunda Resurrección 🔝
Finalmente, después del reino milenial de Cristo tendrá lugar la segunda resurrección. En esta resurrección habrá también varios grupos de personas:
- Todos los incrédulos que vivieron desde el principio de la creación hasta el juicio final.
- Los creyentes que habrán muerto durante el milenio.
En contra de lo que muchos teólogos sugieren, los creyentes en Cristo y los santos de la antigua dispensación no vamos a tomar parte del juicio de Dios en la segunda resurrección, simplemente porque ya habremos resucitado o sido transformados.
Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró para ellos. Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras. Y el mar entregó los muertos que había en él; y la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras. Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda. Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego. (Ap. 20:11-15)
Algunos teólogos que interpretan el texto de forma literal, como hago yo, tienen una visión algo diferente sobre la segunda resurrección. Ellos creen que en esta segunda resurrección solo estarán aquellos que hayan rechazado a Dios. Sugieren que todos los que resuciten en este tiempo serán lanzados al lago de fuego, pues no estarán “inscritos en el Libro de la Vida”.
Está claro que el requisito que debemos cumplir todos es que estemos inscritos en el Libro de la Vida, pero el texto no concluye que ningún resucitado va a estar en el Libro de la Vida. Es más, si tenemos en cuenta que van a ver creyentes que mueran durante el milenio, es lógico pensar que estos deben tomar parte en la segunda resurrección. Pero estos estarán inscritos en el Libro de la Vida y por tanto no serán lanzados al lago de fuego. Al igual que el resto de creyentes, ¡estos resucitarán para disfrutar de los cielos nuevos y la tierra nueva!
Conclusión 🔝
A lo largo de las Escrituras queda patente que la resurrección de los muertos es una doctrina central y muy antigua. A través de las Escrituras Dios revela su propósito de otorgar a todos “cuerpos nuevos” en los últimos días. Aunque algunas corrientes teológicas tratan de relegar estos textos a cumplimientos del pasado o a meras alegorías, su interpretación choca con la claridad de pasajes como Apocalipsis 20, donde se distinguen dos resurrecciones y se describe un milenio físico con Cristo reinando desde Jerusalén.
Nuestra fe en una resurrección física ha sido y sigue siendo atacada por muchos que dicen ser creyentes. Pero la resurrección de los muertos es una doctrina muy clara. Debemos creer que Jesús resucitó de los muertos, “porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él” (1 Tes. 4:14). Esta resurrección no es solo espiritual, pues Jesús resucitó de manera física. Y si él resucitó de manera física, nosotros podemos estar seguros que resucitaremos también de manera física. La cuestión es: ¿en qué resurrección tomarás parte, en la primera o en la segunda? Espero de todo corazón, que tomes parte en la bendita primera resurrección.
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