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La luz distante de las estrellas y el marco temporal bíblico

Estrellas-galaxia
Fotografía de Andy Vu

Respondiendo a una pregunta muy frecuente

—Don Batten – Creation Ministries International

Una de las preguntas más frecuentes que se les hace a los conferenciantes de Creation Ministries posiblemente sea ésta: «¿Cómo puedes creer en un marco temporal bíblico y explicar la distancia de la luz de las estrellas?»

El «problema» se formula así:

  • El marco de tiempo bíblico es de unos 6.000 años desde la creación «En el principio creó Dios los cielos y la tierra», Génesis 1:1
  • Hay estrellas observables que están a millones o miles de millones de años luz de distancia. A la velocidad de la luz, dependiendo la distancia, la luz de esas estrellas tardaría millones o miles de millones de años en llegar a la Tierra.

Aquellos que dudan de la historicidad de la Biblia a menudo utilizan esta pregunta como un «te pillé», porque piensan que no hay una respuesta satisfactoria. Los evolucionistas teístas, que aceptan el gran cuento evolutivo y «añaden a Dios», a menudo plantean esta pregunta. Lo mismo ocurre con los llamados «creacionistas de la tierra vieja» que desean diferir del marco de tiempo secular pero reteniendo otras partes del relato de la Biblia. Piensan que tal pregunta sin respuesta destruye la creencia del marco temporal bíblico, por lo que Génesis debe ser poético, sólo teología, largos períodos de tiempo, etc.

La pregunta no me preocupa por tres razones:

1. La semana de la creación supuso una serie de milagros

A lo largo del relato de Génesis 1, la Biblia dice que Dios creó las cosas con su Palabra, ocho veces: «Y Dios dijo…». Después de hablar, a menudo se concluye con «y fue así». El Nuevo Testamento nos dice:

«Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios,
de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía.» Hebreos 11:3

La Palabra de Dios creó el universo a partir de algo que no es visible, algo diferente a la materia y energía ordinaria visible/tangible. Esto concuerda con la afirmación científica de que la materia y la energía que componen el universo no pueden ser eternas. Así, la causa del universo debe ser sobrenatural.

La Biblia describe la Palabra de Dios como poderosa:

«Así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía,
sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello
para que la envié.» (Isaías 55:11)

El Nuevo Testamento nos dice que esta agencia de Dios, la Palabra por la cual Él creó todo, no era otra que el Señor Jesucristo:

«En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios,
y el Verbo era Dios. Éste era en el principio con Dios.
Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de
lo que ha sido hecho, fue hecho.» (Juan 1:1–3)

Génesis 2 nos dice que Dios hizo al primer hombre y a la primera mujer. Tomó polvo e hizo al hombre, Adán (Génesis 2:7), y tomó su costilla y formó a la mujer, Eva, la madre de todos.

Nunca nadie me ha exigido que le explique cómo Dios hizo a un hombre del polvo. Sin embargo, se nos demanda que expliquemos cómo Dios pudo haber creado las estrellas de modo que podamos ver la luz de las estrellas distantes.

Génesis relata claramente que la creación de los cuerpos celestes fue tan milagrosa como la creación de las primeras personas:

«Dijo luego Dios:  Haya lumbreras… E hizo Dios las dos grandes lumbreras;
la lumbrera mayor para que señorease en el día, y la lumbrera menor para
que señorease en la noche; hizo también las estrellas.» (Génesis 1:14–16).

¿Fue este milagro menor que la creación del hombre del polvo? ¡Y sin embargo, se demanda una explicación naturalista de cómo Dios hizo esto! Me parece bastante inconsistente e irrazonable exigir tal cosa como una condición para creer en el relato de la Biblia, especialmente cuando hablamos sobre el marco temporal.

También es interesante que el periodo de tiempo de seis días con un séptimo día de descanso, la base de nuestro tiempo semanal (Éxodo 20:11), subraya la naturaleza milagrosa de los hechos de Dios. Y eso es parte del problema para aquellos que no creen, o no creen en un periodo de tiempo corto, como los evolucionistas teístas y los creacionistas de larga edad. Cuando rechazan este marco temporal, tienden a ver la «creación» de una manera naturalista, de miles de millones de años. Así, las ideas seculares sobre la creación tienen prioridad sobre el relato explícito de la Biblia. Por lo tanto, la naturaleza milagrosa de la semana de la creación pasa a un segundo plano, demandando una explicación naturalista de cómo podemos ver la luz de las estrellas distantes.

En resumidas cuentas: la semana de la creación involucró una serie de milagros, uno tras otro. Por lo tanto, no podemos proporcionar una explicación natural de estas cosas. No sabemos de qué manera habló Dios para formar las estrellas y, por lo tanto, no podemos saber cómo creó las cosas de tal manera que podemos ver la luz de los objetos celestiales a millones o a miles de millones de años luz.

En otras palabras, la pregunta niega tácitamente la naturaleza sobrenatural de los eventos de la semana de la creación. Al hacerlo, le roba a Dios su omnipotencia y lo limita a trabajar solo en formas que podemos entender. Esto resulta ser una visión diminuta de Dios. En efecto, quienes hacen esto están construyendo un dios compatible con su propio entendimiento limitado, lo cual es una forma de idolatría.

2. De todos modos, hay posibles explicaciones 

Algunos astrofísicos cristianos han propuesto varias teorías que explican cómo Dios pudo haber creado las cosas de tal manera que incluso Adán y Eva pudieran ver la luz de las estrellas distantes. Esta sección es un poco técnica, pero hemos intentado que sea lo más fácil de entender posible. Estas ideas pueden retorcer un poco la mente porque parecen entrar en conflicto con nuestra experiencia cotidiana del mundo.

Los modelos de dilatación del tiempo

Einstein es famoso por descubrir que el tiempo no es constante sino que se ve afectado por el movimiento (velocidad) y las fuerzas gravitatorias. Esto se conoce como Relatividad Especial y Relatividad General, respectivamente. Cuando un objeto se mueve muy rápido, el tiempo, para ese objeto, se ralentiza o incluso se detiene a la velocidad de la luz. Además, cuando un objeto está cerca de otro objeto masivo, que proporciona una fuerte atracción gravitacional, el tiempo se ralentiza. Estos efectos son medibles y, por lo tanto, han sido verificados mediante experimentos. Son tan reales que los satélites GPS, que dependen de relojes de precisión para los cálculos de posicionamiento global, deben tener sus relojes a bordo ajustados para la menor gravedad (al estar en el cielo) y para la velocidad de movimiento del satélite.

Ahora podemos intentar imaginar a Dios creando el universo, «extendiendo los cielos» (Salmo 104:2) en el cuarto día de la semana de la creación. Esto implicaría fuerzas gravitatorias masivas y enormes diferencias en las velocidades, las cuales cambiarían el tiempo «allá fuera» en comparación con el planeta Tierra. Por lo tanto, en tan solo un día en la Tierra (Día 4) podría transcurrir una enorme cantidad de tiempo «allá fuera», lo que permitiría que la luz viajara a la Tierra con tiempo suficiente. Se han propuesto varios modelos basados ​​en estas teorías.1

¿Un chico nuevo en el barrio?

En realidad esto no es tan novedoso; se remonta a los tiempos de Einstein. El descubrimiento de Einstein que predice que el tiempo cambia con el movimiento significa que la velocidad de la luz (c) no se puede medir en una dirección. Solo se puede medir para el viaje de ida y vuelta (velocidad de ida y vuelta). Esto nos da una velocidad promedio, pero no podemos saber si la velocidad es la misma en ambas direcciones.

Einstein asumió que la velocidad de la luz en todas las direcciones era la misma (llamada convención de sincronía), pero se dio cuenta de que era una suposición sin ninguna prueba.

Desde los tiempos de Einstein, los físicos han estado rompiéndose  los sesos para tratar de descubrir cómo medir la velocidad de la luz en una dirección. Por ejemplo, podríamos disparar un rayo láser a la luna y medir cuánto tarda en llegar allí. Sin embargo, necesitaríamos colocar un reloj en la Luna que indicase la misma hora que un reloj en la Tierra. Eso es un problema, porque a medida que volamos con el reloj a la Luna, ¡la hora cambia en el reloj! Dicho de otra manera, la única forma en que el observador en la Luna puede saber cuándo se envía el rayo de luz desde la Tierra es enviando un mensaje que viaje a la velocidad de la luz. ¡Es un razonamiento circular!

Ha habido bastante discusión sobre esto en los últimos tiempos, incluso por parte de gente secular: la velocidad de la luz podría no ser la misma en todas las direcciones.

Entonces, ¿qué pasaría si la velocidad de la luz hacia nosotros fuera infinita y la velocidad alejándose de nosotros fuera c/2? Eso nos daría una velocidad promedio de c, que podemos medir. No hay manera de saber que esto no sea así. Eso significa que la luz de las estrellas distantes llegaría a la Tierra en el instante en que fueron creadas. ¡No hay problema!

3. ¡Todo el mundo cree en los milagros!

Aquellos que exigen a los cristianos una explicación naturalista (¡no se permiten milagros!) sobre la luz de las estrellas distantes, no parecen darse cuenta de que la visión secular estándar del Big Bang de los orígenes implica milagros, ¡pero sin un hacedor de milagros! El problema es que la distribución de la radiación de fondo en el universo es bastante uniforme, pero no ha habido tiempo suficiente para que la radiación (a la velocidad de la luz) se disperse en un universo tan grande. A esto se le llama el «problema del horizonte». Es realmente un problema de «viaje temporal de la luz» propio del Big Bang. Para explicarlo, los cosmólogos invocaron un período de expansión súper rápida del universo, mucho más rápido que la velocidad de la luz, durante un breve tiempo justo después del «estallido». Esto se denominó «inflación». Qué lo inició, cómo pudo proceder y qué lo detuvo son todos misterios. Estos son en efecto milagros naturalistas, sin causa o explicación suficiente.2 Se utilizan para apuntalar una teoría que no funciona sin ellos.

Entonces, no es que los milagros no estén permitidos para explicar los orígenes. Irónicamente, sólo están prohibidos cuando se trata de la creación bíblica, la cual la Biblia dice que es milagrosa.

Los cristianos bíblicos vamos por delante de los seculares porque tenemos un Dios todopoderoso que puede hacer cosas más allá de nuestro entendimiento.

Grande es el Señor nuestro, y de mucho poder;
Y su entendimiento es infinito.
Jehová exalta a los humildes,
Y humilla a los impíos hasta la tierra.

—Salmo 147:5–6

Dios nos llama a someternos humildemente a Él y a Su Palabra.

Recientemente me animó el testimonio de una persona que empezó a creer en la Palabra de Dios, ayudado por nuestro ministerio:

«Mi visión del mundo de la creación por la evolución cambió a la de creación bíblica de seis días a través de la lectura de material sobre creación, hace unos 30 años. Cambió mi creencia insegura en una fe segura, confiando en la Palabra de Dios. Doy gracias a Dios por todos los recursos que proporciona Creation Ministries.» (WJ)

Gracias por apoyarnos mientras nos esforzamos por llamar a las personas a que regresen a la autoridad de la Palabra de Dios.


Referencias

  1. Consulte los artículos en: creation.com/topics/starlight-and-time.
  2. Lisle, J., Light-travel time: a problem for the big bang, Creation 25(4):48–49, 2003; creación.com/lighttravel.

 

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