–Enguardia
A lo largo de la historia todas las sociedades han creído, de una manera u otra, en el derecho a la propiedad. En la cultura cristiana este derecho, aunque abusado de muchas maneras, nunca ha sido cuestionado. No obstante, fue precisamente en Europa dónde este mismo derecho empezó, no solo a ponerse en duda, sino a abolirse. Uno de los principales instigadores fue Karl Marx, un judío ateo cuya familia se había convertido al protestantismo luterano.
Para Marx el problema de todos los males era la separación de clases y la imposición de una clase sobre la otra. Según este joven alemán, el proletariado, la clase trabajadora explotada por los burgueses, pronto se sublevaría y crearía un estado utópico sin clases, sin prejuicios, sin privilegios… ah, sí, y sin propiedad. Todo, absolutamente todo, pasaría a manos del estado. De hecho, la supresión de la propiedad privada fue (y es) uno de los elementos clave del comunismo, tal como atestigua el primer esbozo del Manifiesto Comunista, bautizado como Confesión de fe de los comunistas:
«Sin duda, la supresión de la propiedad privada es la expresión más breve y más característica de esta transformación de todo el régimen social, que se ha hecho posible merced al progreso de la industria. Por eso los comunistas la plantean con razón como su principal reivindicación.»
Eso sí, según Marx todo esto se haría en nombre de la democracia o a través de la «supremacía política» comunista, quien arrancaría poco a poco todo el capital de la burguesía. «Esto, naturalmente, no podrá cumplirse al principio sino por una violación despótica del derecho de propiedad y de las relaciones burguesas de producción, es decir, por la adopción de medidas que desde el punto de vista económico parecerán insuficientes e insostenibles; pero que en el curso del movimiento se sobrepasarán…» (Manifiesto comunista)
Al parecer Marx tuvo un pequeño calculo de error: las medidas despóticas llevadas a cabo por las repúblicas socialistas han sido por completo insostenibles. La Unión Soviética, China, Cuba, Corea del Norte y Venezuela han llevado a millones de personas a la penuria y la muerte. Esto, claro está, sin contar la expropiación de las libertades y propiedades de las personas.
Según Marx y Engels, las siguientes medidas serían puestas en marcha por los «países más avanzados» para hacer realidad el comunismo:
- Expropiación de la propiedad territorial y aplicación de la renta a los gastos del Estado
- Impuesto fuertemente progresivo.
- Abolición de la herencia.
- Confiscación de la propiedad de los emigrados y rebeldes.
- Centralización del crédito en manos del Estado por medio de un Banco nacional con capital del Estado y con el monopolio exclusivo.
- Centralización en manos del Estado de todos los medios de transporte.
- Multiplicación de las fábricas nacionales y de los instrumentos de producción, cultivación de los páramos y mejoramiento de las tierras cultivadas según un sistema general.
- Trabajo obligatorio para todos; organización de ejércitos industriales, particularmente para la agricultura.
- Combinación del trabajo agrícola y del trabajo industrial; medidas encaminadas a hacer desaparecer gradualmente la distinción entre la ciudad y el campo.
- Educación pública y gratuita de todos los niños, abolición del trabajo de éstos en las fábricas tal como se practica hoy; combinación de la educación con la producción material, etcétera.
Idealmente, todo esto se llevaría acabo pacíficamente; aunque, añade que «si todo ello termina, en fin de cuentas, empujando al proletariado subyugado a la revolución, nosotros, los comunistas, defenderemos con hechos, no menos que como ahora lo hacemos de palabra, la causa del proletariado.» (Confesión de fe comunista) Todos, bien sabemos, que ninguna de las revoluciones comunistas se llevaron a cabo de manera pacífica.
Pero quizá lo más chocante de todo esto es que algunos de estos puntos, o bien se han llevado a cabo o están en proceso de implementarse en la mayoría de los países democráticos.
- Todos los países occidentales tienen una educación pública y «gratuita». Sin ir más lejos, en España el gobierno está luchando por cerrar todas las escuelas privadas (en su mayoría católicas) y forzandolas a llevar un curriculum progresista; es decir, sociocomunista. Hasta el día de hoy la educación en casa está prohibida.
- Los gobiernos socialistas siempre luchan por el control de los medios de transporte.
- Hoy día existen Bancos nacionales, un Banco Central Europeo e incluso un «banco» internacional, el Fondo Monetario Internacional.
- El gobierno sociocomunista español intenta por todos los medios crear un impuesto progresivo, desfavoreciendo a las empresas e individuos más acaudalados.
- Aunque todavía no han abolido el derecho a la herencia, lo cierto es que los grandes impuesto de las herencias hacen que muchos acaben por dejar sus herencias a manos del estado.
- Con la excusa del calentamiento global los gobiernos siguen poniendo trabas a los granjeros y creando áreas protegidas donde está prohibido realizar todo tipo de actividad, incluyendo la construcción de viviendas. Además, los enormes impuestos a las propiedades hace que cada vez menos gente pueda permitirse una propiedad. En otras palabras, los gobiernos están quitando a los propietarios sus derechos cómo propietarios.
«No tendrás nada y serás feliz»
Esto bien podría ser el eslogan de un partido comunista o incluso una cita del mismo Marx, pero no, estás palabras salieron de la boca de Klaus Schwab, el fundador del World Economic Forum (Foro Económico Mundial), una plataforma globalista financiada por unas mil empresas multinacionales. Irónicamente, este nuevo orden mundial «comunista» que está impulsando este foro está siendo sostenido por multimillonarios; precisamente lo que Marx supuestamente detestaba.
El príncipe de la potestad del aire, el dios de este siglo, la serpiente antigua, está más activa que nunca. Oremos, hablemos y luchemos para que la verdad sea manifestada.
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