El subtitulo de un articulo sobre los Neandertales publicado en BBC News leía así: « Un estudio sobre los cráneos de los Neandertales sugiere que éstos se extinguieron a causa de unos ojos más grandes que la de nuestra especie».
Esta estrambótica declaración salió a consecuencia de un estudio publicado en la prestigiosa revista Proceedings of the Royal Society B. Los investigadores dijeron que habían comparado los cráneos de 32 Homo sapiens y 13 Neandertales, y que estos últimos tenían las cuencas de los ojos más grandes que las de los Homo sapiens. Según estos científicos ésto quiere decir que una parte más grande del cerebro de los Neandertales hubiera sido dedicada para la vista, «dejando menos parte del cerebro para ocuparse de otras funciones, como las del ámbito social».
Vaya que si usted tiene problemas sentimentales posiblemente quiere decir que tenga ojos muy grandes. Y si eres un cachondo, bien, ¡posiblemente tengas problemas de vista! Esa parece ser la lógica o, ¿quizá piensen que eso es solo cosa del pasado?
El artículo continua: «Deducimos que los Neandertales tenían una capacidad cognitiva inferior y ésto les habría condicionado, incluyendo su habilidad para formar grupos más grandes. Si vives en un grupo más grande necesitas un cerebro más grande para poder procesar todas esas relaciones», dijo el profesor Chris Stringer, uno de los investigadores en el London Natural History Museum. «Teniendo algo más de habilidad para reaccionar rápidamente, de depender de tus vecinos para ayudarles a sobrevivir y seguir pasando información, daría a los Homo sapiens una ligera ventaja sobre los Neandertales, y eso les habría ayudado en gran manera a sobrevivir.»
Pero este razonamiento está muy equivocado, teniendo en cuenta que:
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El tener unos ojos más grandes no quiere decir necesariamente que tengas más sensores de luz, por lo que no tiene por qué utilizarse más parte del cerebro.
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Se cree que los Neandertales tenían un cerebro más grande que los humanos «modernos», por lo que si parte de éste fuera utilizado para el proceso visual, probablemente todavía tendrían la misma capacidad que la nuestra.
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El cerebro humano es increíblemente plástico en su organización, por lo que no se puede determinar su utilidad simplemente midiendo las cavidades de los ojos. Por ejemplo, unos científicos han estudiado el caso de una niña nacida en Alemania sin el hemisferio derecho de su cerebro y que puede ver con normalidad. Los nervios ópticos de sus dos ojos, que normalmente estarían conectados al hemisferio derecho, se reorientaron al hemisferio izquierdo, donde ciertas regiones del cerebro se redistribuyeron para dar paso a su visión. El Dr. Lars Muckli, quien llevó acabo el estudio en la Universidad de Glasgow, dijo: «El estudio a revelado la sorprendente flexibilidad del cerebro en referencia a mecanismos auto-organizables para formar mapas visuales. El cerebro tiene una plasticidad increíble, pero nos sorprendido mucho el ver que bien se adaptó un hemisferio del cerebro de la niña para compensar el que faltaba. A pesar de faltarle un hemisferio, la niña tiene funciones psicológicas normales y está en perfectas condiciones para vivir una vida normal. Es ingeniosa, encantadora e inteligente».
Las conclusiones hechas por Stringer y sus colegas van en contra de numerosos estudios realizados en la última década donde se está probando que los Neandertales eran tan listos como nosotros; es decir, eran «hombres modernos». Consideremos, por ejemplo, un articulo reciente donde se habla del hallazgo de sustancias químicas medicinales encontrados en el tártaro de dientes Neandertales. Éstas procedían de hierbas «sin calidades nutricionales, pero sí con calidades medicinales», p. ej. la aquilea (un astringente) y la manzanilla (un anti-inflamatorio). Es por ésto que El New Scientist introdujo el articulo de esta manera: «Llamémosle el servicio sanitario Neandertal».
Más y más estudios están demostrando que el Neandertal es en realidad humano. Esto es consistente con la teoría de que los Neandertales eran una de las poblaciones pos-diluviales que descendieron de Noé y su familia después de la dispersión de Babel (Genesis 11).
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